"Era impresionante. De color verde. Yo no quise mirarlo mucho", contó una joven del barrio. "Mi mamá no se animó a ir a verlo. Lo sacaron un ratito de la jaula y caminaba de costado en la mesa. No hablaba, hacía como unos gruñidos. Tenía cuatro dedos en vez de cinco", señaló. Quien dice haber tenido en una jaula al curioso personaje, dijo que lo liberó el miércoles de la semana pasada. Además, admitió que se arrepiente por dejarlo ir, ya que al día siguiente fue a su casa "gente de la Universidad" a querer comprárselo.
Un adolescente del mismo vecindario relató que entró a la casa para conocerlo y que le sacó fotos con su celular."Movía las manitos, era muy feo, como un viejito deforme", describió. Según la prensa local, una veintena de personas aseguró haberlo visto y las descripciones físicas coinciden en todos los casos. También contaron que Fernández les cobraba por entrar a su casa, desde $ 5 hasta $ 50, y que quienes tenían "demasiado miedo para entrar, directamente le pasaban la cámara o el celular al hombre para que éste lo fotografiara, también a cambio de dinero.
Pese a los relatos de los testigos, el caso del duende también tiene sus detractores: "es todo mentira, es un muñeco", disparó una vecina del mismo barrio, madre de tres hijos.
Fernández señaló que cuando llegó con la criatura a su casa, su madre le dijo que lo sacara pero, como la mujer se fue a La Rioja, él lo conservó junto a sus hermanos. "Le tirábamos carne y pan, pero no comía. También le dábamos agua, pero no tomaba", dijo Vanesa, hermana menor del joven.
"Con la jaula y todo, lo encerró en el Renault 6 que tenemos en el fondo. Y guardó la llave. A veces lo traía al comedor, entonces venía la gente a verlo, y lo dejaba andar un rato por la mesa. El bicho estaba siempre agachadito, hacía ruidos", contó la chica.
Fernández comentó que encontró al duende merodeando atrás del cementerio de Pocito, una localidad cercana a Chimba, donde él trabaja. Entonces, lo envolvió en una campera y se lo llevó. "Lo único que comió esos días fue unos cueros de pollo", detalló.
En tanto, su hermano Darío señaló que la gente hacía cola para verlo. "Al principio se asustaban pero después se acostumbraron". Finalmente, el hombre dijo que decidió soltarlo cerca de donde lo había hallado por dos motivos: porque se le había llenado la casa de gente y porque el duende "tenía los ojos colorados y parecía muy triste o enojado".
Un adolescente del mismo vecindario relató que entró a la casa para conocerlo y que le sacó fotos con su celular."Movía las manitos, era muy feo, como un viejito deforme", describió. Según la prensa local, una veintena de personas aseguró haberlo visto y las descripciones físicas coinciden en todos los casos. También contaron que Fernández les cobraba por entrar a su casa, desde $ 5 hasta $ 50, y que quienes tenían "demasiado miedo para entrar, directamente le pasaban la cámara o el celular al hombre para que éste lo fotografiara, también a cambio de dinero.
Pese a los relatos de los testigos, el caso del duende también tiene sus detractores: "es todo mentira, es un muñeco", disparó una vecina del mismo barrio, madre de tres hijos.
Fernández señaló que cuando llegó con la criatura a su casa, su madre le dijo que lo sacara pero, como la mujer se fue a La Rioja, él lo conservó junto a sus hermanos. "Le tirábamos carne y pan, pero no comía. También le dábamos agua, pero no tomaba", dijo Vanesa, hermana menor del joven.
"Con la jaula y todo, lo encerró en el Renault 6 que tenemos en el fondo. Y guardó la llave. A veces lo traía al comedor, entonces venía la gente a verlo, y lo dejaba andar un rato por la mesa. El bicho estaba siempre agachadito, hacía ruidos", contó la chica.
Fernández comentó que encontró al duende merodeando atrás del cementerio de Pocito, una localidad cercana a Chimba, donde él trabaja. Entonces, lo envolvió en una campera y se lo llevó. "Lo único que comió esos días fue unos cueros de pollo", detalló.
En tanto, su hermano Darío señaló que la gente hacía cola para verlo. "Al principio se asustaban pero después se acostumbraron". Finalmente, el hombre dijo que decidió soltarlo cerca de donde lo había hallado por dos motivos: porque se le había llenado la casa de gente y porque el duende "tenía los ojos colorados y parecía muy triste o enojado".