"Muerta me van a sacar"

Escribe Juan Carlos Andrada
“A primera vista” los hechos son de un determinado modo, pero una vez considerados con atención o teniendo en cuenta otros factores revelan que no todo es lo que parece.
En muchos casos la apariencia es sólo “un aspecto” de la realidad, e incluso suele ser una “cosa distinta” y hasta puede “ocultar intencionalmente lo real".
En la historia de nuestro país la “apariencia” ha jugado siempre un papel más importante que la “realidad”; de hecho la política puede definirse como el arte de ocultar.
Para ser prácticos, lo real es casi siempre el lado inverso del presentado “oficialmente”.
Como muestra basta un botón: el caso del municipio de San José, en Santa María, donde la intendenta Mónica Hernández, actualmente suspendida por el Concejo Deliberante, se cansó de vociferar sobre el “orden y el progreso" de su localidad, y sin embargo el “incumplimiento de la normativa vigente” agrietó las paredes de su gestión y ahora dinamita sus cimientos, cuando queda al descubierto que no sólo se apartó de la ley sino también de las necesidades básicas de los sanjoseños, que después de tener millones “se alumbran con un candelabro".
En realidad, del montaje oficial sólo queda la “decoración” del despilfarro que ya fue y el maquillaje “corrido” que delata lo grande que fue la fiesta.
Se impone y se impuso lo “inmediato” y, según parece, el supuesto “pragmatismo” aludido por la jefa comunal (como justificativo del desmán) tiene más de picardía criolla que de ingenuidad. Lo de San José no fue sólo un desatino fruto de la inexperiencia. Es mucho más “lo deliberado” que lo que en apariencia se presenta como improvisado por las “urgencias” del caso, y no es ni siquiera “original”. Su conducta “irregular” forma parte del “patrón universal" en materia de utilización de recursos públicos.
Pero en tiempos de crisis y de ruptura se practica “otro tipo de acuerdos”. Tal vez por eso Mónica Hernández pensó en el concejal Claudio Quinteros como su sucesor, con la idea de que “más vale un mal arreglo que un buen pleito en la Corte de Justicia”, pero finalmente la intentona se frustró durante la votación en el Concejo Deliberante.
Y hablando de “acuerdos circunstanciales”, sería interesante conocer a partir de las “ruidosas” declaraciones, cuáles fueron los “contratos” sigilosos que llevaron a que las explosiones actuales fueran en el rostro y en las manos de la intendenta de San José.
Hernández, refugiada en su imaginación pero más bien aturdida por el golpe, cree que su grosera gestión es un “chisme” del que los medios se hicieron eco.
El informe del Tribunal de Cuentas dejó en claro que hay “otra realidad” fuera del absurdo de la apariencia, y terminó siendo “una trampa mortal para los incautos".
Los datos del TC revelan la acción “insignificante” que en la realidad tienen las normas y las instituciones en el marco de la práctica política.
Por su parte, el Foro de Intendentes Justicialistas-kirchneristas en su afan de cuidar a los intendentes cuestionados insisten en “rodar la piedra cuesta arriba”. Por supuesto que se puede violar la ley de gravedad, momentáneamente, pero las consecuencias de ir en sentido contrario a la gravitación se anuncia en la misma ley. Una cosa es una bajada lenta y gradual para oportunamente remontar, y otra muy distinta es una caída brusca y violenta (tanto más grave cuanto más se persista en mantener el error).
Según parece, los intendentes K están dispuestos si fuera necesario a ser parte de un “suicidio en masa”.
La expresión de Mónica Hernández “muerta me van a sacar del municipio”, significa el previo reconocimiento de otro acto de “desobediencia” en la hipótesis de que la Corte de Justicia no la favorezca.
Lamentablemente la realidad siempre es peor de lo que aparece. El denominado “Conflicto de poderes” no se supera “desde dentro”. Las verdaderas conquistas para estas comunas no empiezan y terminan con la “mayoría circunstancial” en los concejos deliberantes que, como “células largamente debilitadas”, forman parte también de la enfermedad.
Cabe agregar que esa “movilidad” que persiste en el tejido social hace difícil asegurar la “estabilidad y el equilibrio”, fundamentalmente porque la mano pesada cayó violentamente primero sobre las instituciones. El riesgo de esa inestabilidad social es que la espontaneidad se abrace con la violencia.
Definitivamente las cosas no son como aparecen en Catamarca. Alguien tendrá que explicar por qué motivo “este lápiz” sumergido en “este líquido” transparente aparece “quebrado”, sin poder apelar en este caso a las leyes de la refacción ni a un engaño de los sentidos.
En San José, por ejemplo, la apariencia seguirá siendo “cosa fingida, e incluso forzada”, al extremo de tener dos intendentes en un lugar donde reina la incertidumbre y la perplejidad.
En el año de los conflictos perennes la paradoja sorprende: parece que los municipios insólitamente emprendieron la “mutación inversa” de mariposas a libélulas.