POBREZA: CUANDO LA REALIDAD YA NO PUEDE SER ESCONDIDA

La situación del país ya no puede ser ocultada debajo de la alfombra. Días pasados, el Papa Benedicto XVI, en el lanzamiento de la Colecta Nacional Más por Menos, señaló de “escandalosa” la pobreza en la Argentina.
La pobreza en la Argentina crece diariamente, a pesar de que los indicadores oficiales digan lo contrario.
La pobreza es el resultado de continuas políticas económicas erróneas, que nunca lograron poner de pie el país generando el desarrollo. Para el Indec, la pobreza es de un 15 %, y nuevamente esta institución vuelve a engañar, pero esta vez quien devela sus engaños es la propia Iglesia, que pide solidaridad por lo pobres de Argentina. La Iglesia indica que 12,5 millones de personas (34,3 % de la población) viven por debajo de la línea de pobreza, y de ellos, 4,5 millones (11,7 %) son indigentes. Según el Indec, una familia puede vivir con 960 pesos mensuales, muy lejos de la realidad, ya que una familia necesita alrededor de 1.500 pesos para poder cubrir necesidades básicas.
La pobreza no es un hecho nuevo, y ahora no debe ser novedoso para los argentinos, ya que cotidianamente observamos cómo ésta crece, y sabemos que los índices del Indec son mentirosos. “La pobreza alcanzó a más del 50 por ciento de la población durante la gran crisis de 2001, pero con el crecimiento hasta 2007, fue reducida al 27 por ciento; aproximadamente, diez millones de personas”, indica un medio nacional.
Pero ésta no es producto del Gobierno K, que en un período logró reducirla, sino es una problemática que es arrastrada por continuos gobiernos, que han aplicado políticas erróneas, o quizás convenientes para algunos sectores.
La Argentina necesita generar instituciones estables, que hagan de ella un país creíble para los inversores, y generen puestos de trabajo. De esta manera, las personas se dignifican con éste y puedan sostener económicamente a su familia, y no tener que depender de un plan o un bolsón. Con la pobreza se instalan las políticas clientelares: el ciudadano por carencias materiales vende su voto al candidato que ofrezca más, es decir, termina vendiendo su propio derecho ciudadano.
El hombre como tal tiene derecho a una vida digna, a la educación y la educación de los hijos, por lo que desde el Estado se debe generar políticas que impulsen el ahorro publico, la inversión generadora de empleo.
Pero el desafío no sólo encierra a oficialistas, sino que esta responsabilidad o compromiso con la sociedad también tiene que estar presente la oposición, conformando en conjunto dichas políticas.
Es decir que se necesita consensos, trabajo en conjunto con una sola perspectiva, se requieren acciones concretas a largo plazo, políticas con visión que termine con la pobreza y la regresión de la Argentina. La superación de ésta no es fácil, pero tampoco es una utopía; con acciones de gobierno que recuperen la confianza para los inversores, con estrategias estatales inteligentes, para generar un crecimiento económico, puede ser superada.
Para Aníbal Fernández, los dichos del Papa fueron exagerados por los medios; otra vez el oficialismo queriendo ocultar la realidad debajo de la alfombra, realidad que se descubre porque ya no basta la alfombra del discurso demagógico para cubrirla; si se quiere superarla se necesitan hechos. La pobreza es un obstáculo para el desarrollo, pero es conveniente para ciertos intereses políticos.
Esta es funcional al interés político a corto plazo, pero el derecho a una vida digna debe ser primordial, es necesario anteponer el interés de un país desarrollado, emergente e inclusivo.
Distintos gobiernos no han podido encontrar un rumbo para revertir dicha situación, en la que la provincia no esta excluida.
“La superación de la pobreza requiere de oficialistas y opositores”
La realidad precisa intervención concreta para que los hechos cambien, pero no parches, que cubran momentáneamente la necesidad de las víctimas de la pobreza. Para la superación de la misma, se deben conformar políticas a largo plazo, que apunten a un crecimiento económico, donde los parches no se conviertan en permanentes, ni que éstos sean la estrategia por seguir. El diálogo del oficialismo tiene que dejar de ser un maquillaje para la opinión publica; tendría que conducir a acuerdos estratégicos en el diseño de políticas, que superen la pobreza estructural.
(la unión)